Guía para la elaboración e implementación de normas CONVIVENCIA Y DISCIPLINA POSITIVA

GUÍA PARA LA ELABORACIÓN E IMPLEMENTACIÓN DE LAS NORMAS DE CONVIVENCIA Y LAS MEDIDAS CORRECTIVAS EN LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA DESDE LA DISCIPLINA POSITIVA.

En este documento se utilizan de manera inclusiva términos como “el docente”, “el adulto”, “el estudiante”, “el adolescente” y sus respectivos plurales (así como otras palabras equivalentes en el contexto educativo) para referirse a hombres y mujeres. Esta opción se basa en una convención idiomática y tiene por objetivo evitar las formas para aludir a ambos géneros en el idioma castellano (o/a, los/las y otras similares), debido a que implican una saturación gráfica que puede dificultar la comprensión lectora. No obstante, se hace tal distinción en algunos casos que lo han requerido.

La disciplina positiva privilegia la conexión del adulto con las y los estudiantes como la base para su sentimiento de seguridad, pertenencia e  importancia por medio de un vínculo afectivo de respeto y empatía que genera confianza y sintoniza con las necesidades de las y los estudiantes.

Las normas de convivencia de la institución educativa constituyen el conjunto de valores que la escuela desea promover en su comunidad. Las medidas correctivas, por su parte, son todas aquellas acciones positivas que lleva a cabo el adulto en la escuela para redirigir el comportamiento de las y los estudiantes hacia el cumplimiento de las normas de convivencia; por tanto, sirven de apoyo en el proceso de su autorregulación.

Desde la disciplina positiva se propone que las normas de convivencia sean practicadas de manera constante con la intención de que se desarrollen las habilidades socioemocionales necesarias para una convivencia democrática, inclusiva e intercultural.

Esto corresponde a un nivel de intervención primaria o de prevención.

Por disciplina tradicional entendemos de aquella que prioriza las relaciones verticales entre adultos y niñas, niños y adolescentes, y que tiene como objetivo la obediencia y la sumisión por parte de estos a la autoridad del adulto, así como el control de su comportamiento. Para garantizar todo esto, se hace uso de un repertorio de herramientas de poder, como los premios y castigos, validando, incluso, el castigo físico y el trato humillante.

En oposición, la disciplina positiva prioriza las relaciones horizontales entre adultos y niñas, niños y adolescentes, y tiene como objetivo la autorregulación y el desarrollo de sus habilidades socioemocionales. Para ello, hace uso de principios democráticos y de una variedad de herramientas de cooperación que promueven relaciones de respeto mutuo.

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